Conducir con niebla es peligroso. No porqué no sepas el rumbo, sino porque la sensación de peligro es inminente, el choque te acaricia a cada instante. La solución es sencilla. Aparca y espera.
El problema llega cuando esa niebla que no te deja ver más allá de 30 cm. te inunda en tu quehacer vital . Porque si en la carretera podías pararte y esperar, en tu vida no puedes parar: ése sería el final. No hay nada para quitar la niebla, los antinieblas clásicos no hacen sino intensificarla: hablar, salir, quedar con amigos, hacer deporte… nada la disipa.
La sensación de angustia se intensifica por momentos. Lo que menos te importa es el golpe, cuando no ves: lo que te rodea es accesorio. No hay respuestas ni consejos válidos y el silencio atronador atormenta.