I. 30 de noviembre de 2015
Tras un día agridulce en el trabajo, lo cierro con una sonrisa cuando abro un mail de un alumno que me envía el poema de Walt Whitman -No te detengas-:
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
II. 27 de enero de 2016
Luis llegó en el 2007 al Colegio en el que estaba. Era un chico tímido… el único de su clase que no tenía móvil y a los meses empezó a sacar todo sobresaliente, un cocktail perfecto para que fuera criticado por algunos.
Ayer, 9 años después, obtuvo lo que es reconocido en el el Ejército del Aire como la «suelta», ya puede pilotar aviones militares. Si las circunstancias lo requieren pilotaría un EF-18, por ejemplo, con poco más de 20 años.
Les enviaba un mensaje muy significativo a sus hermanos pequeños, en unos momentos complicados, su padre tiene cáncer: «Luchad por lo que os gusta». Gracias por tu ejemplo Luis.
III. 7 de mayo de 2016
IV. 7 de julio de 2016
V. 28 de noviembre de 2016
Gracias Matías Méndez Pérez por animarme a leer El Quijote, hoy lo he terminado. Tal vez necesitaba ser menos gañán que de adolescente para poder disfrutarlo.
VI. 23 de abril de 2017
VII. 26 de mayo 2017
Ayer me encontré con una antigua alumna 5 años después.
Gracias Tamar Taibo Palomares por la conversación. Diste un manotazo en mi conciencia recordándome que la grandeza del alma no depende de la creencia, raza o formación.
Lo tenías todo para triunfar en el mundo del cine en nuestro país pero tras un verano en África, te marchaste a Lesbos y después… lo has dejado todo para ayudar a los refugiados del Líbano. Ya llevas dos años en el país de los cedros.
Nosotros, yo el primero, seguiré haciéndome selfies y escribiendo chorradas en mis RRSS desde mi atalaya occidental, creyendo que cambio el mundo. Gracias.
VIII. 11 de enero de 2018
Este curso sobrepaso la barrera de los 3.000 alumnos adolescentes en mi carrera docente.
Cada historia es diferente, obvio, pero cada una, por desgracia tiene una marca, visible o escondida, que a veces sobrepasa los abismos de la racionalidad.
Ayer, último día de clase. Ambiente pseuodofestivo, no del alcance de Navidad o verano pero el jolgorio interno y externo era palpable entre el profesorado y alumnado.
Por la tarde, torneo deportivo. Vigilaba uno de los partidos.
En uno de los descansos, se acerca un alumno. Uno de tantos, anónimo, uno entre cientos.
“¿Qué tal, qué harás en vacaciones?”
“Nada, me conformo con que mi madre quiera verme”
“¿Cómo?”
“La conocí hace 3 años y no ha querido volver a verme. Sólo sé su nombre y que tengo dos hermanas más”.
Vuelve al partido. Permanezco impávido, mirando al infinito. En estas ocasiones, con “El de Arriba” mi gran Amigo, siempre le pregunto lo mismo: ¿Por qué hay preguntas sin respuestas? Trago saliva. Musito una oración. Pasan cinco minutos, hay cambio de equipos y vuelve el alumno a mi vera.
“Pero no se preocupe, espero que al menos mi padre esté en casa, lo peor es cuando me quedo solo…” La historia prosigue y omito lógicamente.
Llega el final de las clases y nos despedimos con Felices Pascuas. Sigo sin entender nada.
Seguirán hablando de Nuevas Tecnologías, Gamificación, Aulas Invertidas y demás gilipolleces y más del 90% de adolescentes tienen dramas afectivos que no comparten con nadie de su entorno.
IX. 23 de marzo de 2018
X. 25 de mayo de 2018
En ocasiones se nos llena la boca con la mediocridad de nuestra juventud. Esta semana me han vuelto a sorprender mis alumnos. El lunes una alumna de 15 años me preguntó si le recomendaba -Padre rico, padre pobre- de Kiyosaki. Ayer uno de 13 años nos deleitó en clase haciendo un repaso de la mitología nórdica.
El plato fuerte llegó en el recreo de hoy. Observo a lo lejos un alumno meditabundo, 16 años, perdido en su lectura. Me acerco, lee absorto -Dublineses- de Joyce. No doy crédito. Además lo hace en inglés. Después me espeta, sorprendido ante mi cara: «¿si no pensamos, quiénes somos?»
Quizás la ciénaga que nos rodea nos impide ver el brillo de lo ordinario.
XI. 31 de enero del 2019
XII. 1 febrero de 2019
Continúo con mi costumbre de escribir un artículo en Semana Santa.
Divagaba en clase sobre los años clave de la adolescencia. Las heridas afectivas que podemos arrastrar cuando nos alejamos paulatinamente de nuestros padres a esta edad. Les explicaba que los padres siempre están ahí, que no nos vayamos de su “calor” gratuitamente por la rebelión de la edad.
Hubo muchas preguntas. Levantaste la mano cuando ya había terminado la clase: “¿qué pasa si ya no me hablo con mi madre porque no está?”… “Lo siento… Hablamos en otro momento, si te parece”.
Pasaron dos días, era el último día antes de vacaciones. “Lo siento de veras, no sabía que tu madre había fallecido”. “No, ella no quiere volver a verme y no sé por qué“.
Independientemente de cómo transcurra esta tragedia, las realidades de mis alumnos han hecho que cambie como persona y que la mayoría de lo que nos rodea lo vea futil y absurdo.
Ahora todos pendientes del 28 abril y cinco jovenuzelos, cuando ya afirmó Ortega Y gasset, que “ser de derechas o izquierdas es una de las formas que tiene el ser humano de ser estúpido”.
Se quema NotreDame y todos colgando fotos de la Catedral cuando el 99% no sabe su historia ni sus siglos de creación. ¿Y los mil millones recaudados? La FAO calculó que con 30 mil anuales acabaría el hambre en el mundo.
En todos los sitios cuecen habas, y luego tenemos los que arremeten al pobre Papa Francisco, harto de oír a sacerdotes ultramontanos que no han visto la entrevista de Évole porque no les acerca a Dios. Si hubiera sido alguno de los dos Papas anteriores, aún estarían de rodillas.
Querida alumna, éste es un mundo analfabeto, falso y esquizofrénico pero te prometo que la situación con tu madre se puede arreglar.
XIII. 18 abril de 2019.
Lecciones de antiguos alumnos.
Llegué un minuto tarde (como casi siempre). Estabas con el móvil. Te pregunté si era facebook. No, eran apuntes de medicina. Claro, así entendí que sacaras sobresaliente de media en esa carrera. Me comentaste que seguía con el reto de leer un libro semanal. Estabas tranquila porque llevas 47 y este 2019 cumplirás el objetivo con holgura. Vas al gimnasio. Ayudas en la parroquia y cuidas de tu hermano pequeño.
Luego, algunos nos quejamos de que no tenemos tiempo. Aún no sé si querer es poder pero hay gente que cuando tiene un minuto libre: saca el móvil y repasa los apuntes de clase, así sí.
XIV. 1 octubre de 2019.
-yo aprendí tanto de ti, que decir que no te conozco suena a broma.
la verdad, ojalá supiésemos lo que realmente nos llena, aunque bueno, ojalá no, porque cuando uno se llena ya no quiere más, y eso no me gusta.
tú me has enseñado tanto, no solo con tus palabras, sino con tu forma de hacer las cosas. por eso me pone triste leer eso, a pesar de la tierra que se te ha venido encima, siempre has tenido desenterradas las manos para tirar de la cuerda, por eso yo no quiero que a ti te pase eso, porque siempre has tenido un reloj para cada persona que ha necesitado tu tiempo, y no te mereces esa sensación. Al final me enseñaste que logros hay muchos pero el que verdaderamente cala es dificil de alzanzar-.
XV. 29 de febrero de 2020.