Cuando las circunstancias vitales te sonríen, cuando hay música de fondo, cuando todos señalan los arcoíris diarios pero…
Tú, tras numerosas revisiones oftalmológicas, y aún llevando gafas, sólo ves en -blanco y negro- temo decirte querido amigo que no hay solución: sólo aceptar tu patología.
Me dijiste que te conformas con recordar el azul añil celeste que un día soñaste. Te pregunté cómo conoces el añil si nunca lo has visto y me diste una respuesta que nunca he olvidado.
«Los sueños los creó Dios para que los ciegos vean, los sordos oigan, los mudos hablen y los enfermos del alma veamos los colores de la vida».