El conocimiento es exponencial, continuo pero siempre tendrá límites, nunca será pleno, infinito.
La humanidad avanza a pasos agigantados, la tentación de creerse dioses es grande y el hombre vuelve a caer en la misma piedra.
La historia es cíclica y nunca aprenderemos de nuestros antepasados.
Que “Profuturo” intenta paliar el analfabetismo en el mundo, que Zuckerberg anhele acabar con todas las enfermedades a lo largo del S. XXI y que los iluminados del “Transhumanismo” afirmen que seremos inmortales (que no eternos) son grande estolideces.
Intentar cambiar la humanidad con grandes proyectos es algo loable, grandioso pero afirmar el absoluto es de necios.
1. Es una vez más espetar al sentido común, los del transhumanismo morirán de un disparo, se suicidarán de aburrimiento, se caerán por un precipicio o desaparecerán en un tornado.
2. Cuando se cure el cáncer, aparecerá una nueva enfermedad que traerá de cabeza a los investigadores.
3. Cuando todos los niños del mundo tengan su respectivos dispositivos móviles, nos quedará educarles, darles una tablet no equivale a formarles.
Negamos la libertad, no entendemos las “reglas de juego”, la imposibilidad de controlarlo todo.
Desde la “Torre de Babel” a la “II Guerra Mundial”…
Y el colmo, este sábado me sangró el oído cuando uno de estos gurús afirmó que en 50 años ya no tendremos espíritu, por culpa de las máquinas: ¿nos abducirán?
Fue una ponencia sublime: contabilicé 7 faltas de ortografía en sus diapositivas, era una mezcla entre Jorge Bucay y Punset, en fin… Me fui a Ferraz para paliar mi ardor de estómago.