Decir que el catolicismo está ante la tercera vicisitud histórica para comprobar su madurez intelectual es una auténtica -imbecilidad- no exenta de cierto interés.
El católico piensa, es libre, se forma y sabe – debería- actuar en conciencia ante
los nuevos retos que plantea la humanidad de manera exponencial y no esperar a que desde Roma hablen.

Si la leyenda negro comenzó en tiempo de Galilei por el hacer de unos pocos (los protestantes quintuplicaron las víctimas con su Inquisición), más tarde fue con Darwin.
Era el momento perfecto para conjugar Fides et Ratio, compatibles, necesarias ambas. La teoría de la evolución, desarrollada por un estudiante de Teología de Cambridge, no llegó en el mejor momento porque aún vivíamos con una fe de alcoba y de sacristía.
A principios del XXI Ratzinger, el mejor teólogo desde Aquino, desmontó la racionalidad del Islam, racionalizó el cristianismo, pietizó la liturgia y dialogó con el agnosticismo… El camino fue abierto por Wojtyla y está siendo culminado por el Padre Jorge.

El tercer reto es infinito por su alcance, porque los chicos de la Singularity University no obtienen sus doctorados en nuestras universidad de provincia, que tienen el éxito en sus aeropuertos, ni confunden a Nixon con Reagan…
Han sido auspiciados por Google y la Nasa, guiados por Ray Kurzweil (20 Doctorados Honoris Causa) y su presente es nuestro futuro: simbiosis inteligencia biológica-artificial, no envejecimiento (no confundir con inmortalidad) y criopreservación…

Pues bien, ya hemos tenido la primera…. La prestigiosa Universidad Católica de Valencia, presente en los ránkings de Shangái se burla de la labor de estos científicos. Aclarar que ha sido desde su Cátedra de Bioética donde siguen profundizando en la máxima de Aído:   -ser vivo que no humano-.

Hace falta un catolicismo intelectual más serio, riguroso, alejado de folletos como libros de cabeceras y panfletos endogámicos.

Chesterton vuelve.

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