La mayor injusticia deportiva.
El pueblo argentino, recién salido de una aniquilante dictadura, se agarró al “dios fútbol” como una salvación, como una liberadora catarsis, en la que canalizar tanto tormento acumulado.
Y apareció un futbolista del montón, que con una jugada que vemos cada semana, en cada Mundial, por cientos de jugadores que se quedan en el anonimato, hicieron que un cúmulo de circunstancias: Mundial, necesidad afectiva y locura desproporcionada futbolística del país le llevaran al estrellato. Ese gol a Inglaterra es mejorado cada semana en todas las ligas.
En el Nápoles ganó dos ligas y una Uefa, siendo en muchos momentos eclipsado por la Juventus de Platini. Jugador gris en el resto de equipos, incapaz de ganar ninguna de las 3 copas Américas que disputó.
Humillado por Alemania en su penosa etapa de entrenador. Su etapa personal es la de alguien que perdió el norte hace tiempo. DEP Maradona.