El Cónclave de nuestras vidas

La fiebre desata tras el fallecimiento del Papa Francisco sólo puede entenderse por el aura que rodea al misterio de la Iglesia, aquello que no tiene explicación suscita muchas inquietudes en un mundo que afirma tener respuestas para todo pero cada vez está más insatisfecho con las respuestas obtenidas.

Famosa y paradigmática es la anécdota de Napoleón, estando en lo más alto de su gloria, le dijo furioso al cardenal Consalvi: “Voy a destruir tu Iglesia”.
El cardenal católico le contestó: “¡No, no podrá” . Entonces, Napoleón furioso volvió a repetirle: “Voy a destruir tu Iglesia”. El cardenal se mantuvo firme y le volvió a contestar: “¡No, no podrás, porque ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo! Si miles de ministros infieles y de fieles pecadores no han podido destruirla desde su interior ¿cómo cree usted que lo va a poder hacer desde afuera”.

Miles de horas de estudios, tertulias, apuestas con los papables y salió Prevost que no era de los 4-5 principales favoritos.

Llama la atención que Italia haya sido subcampeona en los cuatro últimos cónclaves: Siri, Martini, Scola y Parolin.

Para el siguiente, una apuesta: Gregorio XVI y Salesiano.

Y una última idea a vuelapluma, siempre se dijo que: la belleza de la liturgia, la historia de la Iglesia y vida de los santos muestran la mano de inefable de Jesucristo.

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