
Sapolsky, otro que cae en el principio de no contradicción, ya que al negar el libre albedrío, supuestamente él tampoco es libre en esa máxima, careciendo de cualquier sentido ontológico y filosófico tal afirmación. Es bonito ver el esfuerzo de la razón por seguir escalando en las cimas de los grandes dilemas: verdad, belleza, libertad y amor… Sería curioso comprobar cómo el motor inmóvil observa desde su atalaya a los Harari, Habermans y Spaolsky de turno intentando adentrarse en el origen del infinito: quizás el mito de Sísifo sea eso: la estupidez humana constante por entender lo infinito: