Camino de Santiago (8)

Cada vez que un peregrino se echa a andar por las viejas sendas continentales del Camino de Santiago, se pone en marcha un antiguo mecanismo de búsqueda común a toda la Cristiandad: el viaje hacia la Salvación. Y, con él, vuelve a iniciarse la experiencia profundamente humana del propio descubrimiento. Así como las rutas que conducen a Santiago son muchas, múltiples son también las vías para el hallazgo más íntimo, ése que aseguran experimentar todos los peregrinos a medida que avanzan por los caminos de los encuentros fortuitos o de la soledad, de las voces y del silencio, del paisaje umbrío o la seca llanura, en pos de una única meta: Santiago de Compostela.

‘Reconozco la puerta principal de la catedral muy fácilmente (…) y creo que la quiero más y significa más para mí que cualquier otro edificio en el mundo’.

Ernest Hemingway

‘The Cardinal picks a winner

 

‘También la piedra, si hay estrellas, vuela / Sobre la noche biselada y fría / creced, mellizos lirios de osadía, / creced, pujad, torres de Compostela’.

Gerardo Diego

‘Ante las torres de Compostela’

‘Rosa mística de piedra, flor románica y tosca, como en el tiempo de las peregrinaciones, conserva una gracia ingenua de viejo latín rimado. Día por día, la oración de mil años renace en el tañido de sus cien campanas, en la sombra de sus pórticos con santos y mendigos, en el silencio sonoro de sus atrios con flores franciscanas entre la juntura de las losas (…).’

Ramón del Valle Inclán

‘La lámpara maravillosa’

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